15 marzo 2009

La Pena de Muerte por María Elena Walsh Fui lapidada por adúltera. Mi esposo, que tenía manceba en casa y fuera de ella, arrojó la primera piedra, autorizado por los doctores de la ley y a la vista de mis hijos. Me arrojaron a los leones por profesar una religión diferente a la del Estado. Fui condenada a la hoguera, culpable de tener tratos con el demonio encarnado en mi pobre cuzco negro, y por ser portadora de un lunar en la espalda, estigma demoníaco. Fui descuartizado por rebelarme contra la autoridad colonial. Fui condenado a la horca por encabezar una rebelión de siervos hambrientos. Mi señor era el brazo de la Justicia. Fui quemado vivo por sostener teorías heréticas, merced a un contubernio católico-protestante. Fui enviada a la guillotina porque mis Camaradas revolucionarios consideraron aberrante que propusiera incluir los Derechos de la Mujer entre los Derechos del Hombre. Me fusilaron en medio de la pampa, a causa de una interna de unitarios. Me fusilaron encinta, junto con mi amante sacerdote, a causa de una interna de federales. Me suicidaron por escribir poesía burguesa y decadente. Fui enviado a la silla eléctrica a los veinte años de mi edad, sin tiempo de arrepentirme o convertirme en un hombre de bien, como suele decirse de los embriones en el claustro materno. Me arrearon a la cámara de gas por pertenecer a un pueblo distinto al de los verdugos. Me condenaron de facto por imprimir libelos subversivos, arrojándome semivivo a una fosa común. A lo largo de la historia, hombres doctos o brutales supieron con certeza qué delito merecía la pena capital. Siempre supieron que yo, no otro, era el culpable. Jamás dudaron de que el castigo era ejemplar. Cada vez que se alude a este escarmiento, la Humanidad retrocede en cuatro patas. Con sólo éste escrito, María Elena Walsh terminó de cuajo con el debate que se había instalado desde hacía varios meses en la sociedad argentina, sobre la inminente reinstauración de la pena de muerte en nuestro país.

3 comentarios:

  1. Es una cuestion muy compleja de resolver. Los ejemplos que pone Elena no son los unicos que existen. La indignacion de ciertos actos criminales del hombre son tan denigrantes -o mas- que la pena de muerte. La pena de muerte es algo que se acuerda en el marco de una nacion donde los limites son -en el caso de las democracia, que no es ideal pero es el mejor modelo que tenemos- acordados por toda la comunidad, estado o tradicion. El limite de un crimen atroz es la muerte para el juicio de ciertos hombres. Para otros no, como Elena. La historia avanza por diferentes razones, aunque a veces parece que se ha terminado -como diria Fukuyama-. A veces me parece que no existe la historia. Porque el hombre no a avanzado ni un milimetro. Me refiero al humano en su totalidad. Somos una unidad con muchos fragmentos opuestos.
    Saludos amiga. Te dejo mi mail si deseas hablar pomelomecanico@hotmail.com -no tiene nada que ver el personaje de Capusotto sino que me inspire en Burgges-

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  2. hola amor, bueno ya sabes q t dije q lo habia leido y que me parecia estupendo, muy bueno, no se si realmente creo o no en la pena muerte, pero creo en los cambios, besos y te amo.....

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  3. Es interesante, y complejo... Yo por mi parte tengom otra forma de ver la situación, y dioficil de transformar en palabras en estos momentos... En algún momento espero poder traducirlo a palabras en mi blog.
    Nos vemos

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